En los últimos años, la calidad del aire se ha convertido en una prioridad estratégica para empresas de todos los sectores. A la creciente sensibilidad social hacia la sostenibilidad y la calidad ambiental, se suma una normativa cada vez más exigente en materia de seguridad y salud en el trabajo.
Prueba de ello, son la nueva Directiva Europea de Calidad del Aire (UE) 2024/2881, donde se incluyen valores límite más estrictos en pro de una atmósfera más limpia y saludable, y los nuevos enfoques del Marco Estratégico de Europeo de Seguridad y Salud en el Trabajo 2021 – 2027, donde se promueve el papel de liderazgo de la UE en la protección de los trabajadores, incluyendo valores límite revisados para compuestos como amianto, plomo o los diisocianatos.
En este contexto, el adecuado control de los niveles de concentración de contaminantes, especialmente agentes químicos, en los entornos productivos, así como un conocimiento adecuado de sus riesgos sobre la salud, resulta clave para prevenir efectos adversos en la salud y la reducción de las enfermedades profesionales. Para ello, la innovación tecnológica en materia de medición y control permitirá avanzar hacia un modelo industrial más seguro, competitivo y sostenible.
En ambientes industriales existen retos ligados tanto a la evaluación y control de la calidad del aire en ambientes interiores (CAI), en particular en zonas donde no se desarrollan actividades industriales o manufactureras; como en lo relativo a la exposición a agentes químicos y el control de emisiones industriales. A diferencia de la calidad del aire urbano, en los entornos de trabajo el personal pasa gran parte de su jornada en entornos cerrados, donde es necesario contar con medios de control adecuados que garanticen el confort, bienestar, y seguridad y salud de las personas. Algunos de los principales contaminantes con mayor impacto en la calidad del aire interior incluyen partículas en suspensión (fracciones inhalables y respirables), compuestos orgánicos volátiles (COV), gases como el CO y CO2, o el gas radón. En entornos industriales destacan agentes químicos como el benceno y el formaldehído, polvo respirable de sílice cristalina, o los humos diésel, todos ellos caracterizados por su potencial efecto cancerígeno.
Fuentes de contaminación en la industria y su impacto en la calidad del aire
Las fuentes de contaminación en la industria son diversas y dependen, en gran medida, de la actividad que se desarrolle. Entre las más relevantes destacan, por ejemplo, la combustión de combustibles fósiles —habitual en calderas y motores industriales—, o los procesos metalúrgicos como soldadura y corte, que generan partículas ultrafinas, humos metálicos y material particulado en fracciones relevantes para la salud. También el uso de disolventes y pinturas, con alta emisión de COV, en industrias de todo tipo. Estos procesos, si no se controlan adecuadamente, generan una exposición acumulada que puede afectar tanto a trabajadores como al entorno natural.
La monitorización y control de la exposición en los entornos industriales es un factor determinante para garantizar la seguridad y salud de las personas y la eficiencia de los procesos. Cuando no se controla adecuadamente, la presencia de partículas o determinados gases y compuestos volátiles puede influir en la salud de los trabajadores, favoreciendo la aparición de afecciones respiratorias o cardiovasculares, así como dolencias vinculadas al entorno laboral, como el asma ocupacional. Estas situaciones no siempre se manifiestan de inmediato, pero su carácter acumulativo pone de relieve la importancia de la prevención y la monitorización continua.
Más allá de la salud, las emisiones no intencionadas pueden incidir en otros ámbitos. En el plano ambiental, puede contribuir a la alteración de ecosistemas y a la pérdida de biodiversidad, además de tener un papel en fenómenos globales como el cambio climático. En paralelo, los propios equipos e infraestructuras industriales se ven afectados, ya que ciertos contaminantes aceleran procesos de corrosión o desgaste que reducen la vida útil de activos críticos.
Todo ello se traduce en un impacto económico que no se limita a posibles reparaciones o paradas no planificadas, sino que también alcanza a la productividad y a los costes asociados a bajas laborales. Por ello, abordar de manera integral la calidad del aire industrial no solo supone un compromiso con la salud y el medio ambiente, sino también una estrategia de competitividad y eficiencia para las organizaciones.
Riesgos emergentes: valores límite y métodos de evaluación de la exposición a nanomateriales
Una de las incertidumbres más importantes asociadas con los nanomateriales está relacionada con los riesgos derivados de la exposición en el ámbito laboral. Las posibles vías de exposición en el entorno de trabajo incluyen la inhalación y las vías dérmica y oral, reconociéndose la vía inhalatoria como la vía más relevante de entrada al organismo en el ámbito laboral.
Para el estudio del potencial de exposición es necesario el uso de equipos y metodologías específicas como los contadores de partículas por condensación (CPC), medidores por difusión de carga, o el espectrómetro de movilidad diferencial con fuente radioactiva o de rayos X (SMPS), que permiten la determinación de los niveles de exposición profesional a nanomateriales en términos de número de partículas (pt/cm³) y/o masa (μg/cm³), tamaño medio de partícula, diámetro aerodinámico y área superficial.
Informacion obtenida de: https://www.prevencionintegral.com/actualidad/noticias/2025/11/13/evaluacion-exposicion-nanoparticulas-valores-limite-metodos-cuantificacion
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