Las celebraciones con fuegos artificiales son una tradición extendida en muchas ciudades del mundo. Sin embargo, su uso genera impactos relevantes tanto en el ambiente como en la salud humana. En los últimos años, distintas investigaciones han mostrado que los espectáculos pirotécnicos pueden producir incrementos repentinos y significativos de contaminantes atmosféricos, especialmente material particulado y otros gases nocivos (monóxido de carbono, óxido nítrico y dióxido de carbono), componentes directamente asociados a efectos negativos respiratorios y cardiovasculares.
¿Cómo afecta a la calidad del aire y el ambiente?
-Incremento de material particulado (PM2.5 y PM10). Estas partículas se liberan por la combustión de pólvora y metales utilizados para generar colores y efectos visuales. La concentración puede aumentar varias veces por encima de los valores habituales, alcanzando niveles altos de contaminación.
-Emisión de partículas suspendidas con metales (aluminio, cobre, bario, magnesio, estroncio, antimonio, entre otros). Estas partículas pueden permanecer suspendidas entre 10 y 20 horas, dependiendo de las condiciones meteorológicas.
-Disminución de la visibilidad y acumulación de contaminantes
-En las noches frías, con escaso viento o presencia de inversión térmica, los contaminantes se concentran a nivel del suelo, aumentando la exposición de la población.
-Provoca estrés, desorientación, taquicardia, huidas y, en algunos casos, mortalidad en los animales domésticos y en la fauna urbana.
-Deposita metales pesados que pueden ingresar al suelo y cuerpos de agua.
-Produce contaminación sonora: El ruido supera fácilmente los 120 dB, afectando la fauna y la salud humana (hipersensibilidad auditiva, estrés, insomnio).
¿Qué grupos de la población son los más vulnerables?
-Personas con asma y EPOC, los gases emitidos agravan la inflamación de las vías respiratorias.
-Personas con con trastornos neurológicos (como el TEA)
-Población pediátrica: Los niños inhalan más aire por unidad de peso, tienen vías respiratorias más permeables y defensas antioxidantes menos desarrolladas, lo cual aumenta su vulnerabilidad.
-Personas con enfermedades cardiovasculares: La exposición a PM2.5 se asocia con el aumento del estrés oxidativo, la disfunción endotelial y el aumento del riesgo de eventos cardíacos agudos.
-Trabajadores del sector pirotécnico: La exposición crónica a polvos de aluminio, cobre, cadmio o antimonio puede causar efectos severos como fibrosis pulmonar, broncoconstricción, asma ocupacional, neumoconiosis e incrementa el riesgo de padecer cáncer de pulmón.
El uso de pirotecnia genera una serie de impactos ambientales y sanitarios que van mucho más allá del momento festivo. La evidencia muestra que los fuegos artificiales favorecen la acumulación de contaminantes en el aire, que reduce la calidad del aire y la formación de condiciones meteorológicas adversas. A ello se suman los impactos en la fauna, el aumento de la contaminación sonora y la deposición de metales pesados en suelo y agua.
Además, agravan en la población patologías respiratorias, cardiovasculares y neurosensoriales.
En este contexto, resulta fundamental promover prácticas festivas más seguras y responsables, priorizando alternativas que minimicen la contaminación y protejan tanto la salud de las personas como la del ambiente. Optar por celebraciones menos invasivas no solo reduce riesgos inmediatos, sino que contribuye a una mejor calidad de vida para toda la comunidad.
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